Muchos fueron los partidos
a los que fui mientras viví en la Argentina, entre los más recordados
lógicamente está el del descenso de River Plate en 2011, o la definición del
campeonato de 2010 entre Vélez y Estudiantes en Liniers, pero en los casi tres
años que llevaba en ese país, nunca había podido ir a un Superclásico entre Boca
y River.
Esa joyita de partido, con
tanta fama mundial, era lo único que me faltaba para poder irme tranquilo de
allí. El 28 de octubre de 2012, día en que tenía lugar el primer derbi desde
que el conjunto de Núñez había regresado de la B, sería el día en que yo me
pude dar el gusto de presenciar en vivo, uno de los espectáculos más grandes
que tiene el fútbol mundial.
El partido tuvo lugar en
el estadio Monumental, quizás uno de los más cómodos que tiene Argentina, sin
embargo, al igual que en todos los ingresos a los juegos de este torneo, para
poder entrar tranquilamente se debe llegar al recinto con un mínimo de dos
horas anticipación al inicio. Ante la magnitud del evento redoble la
preparación y no estuvo de más. Las filas se alargaban por más de tres cuadras
de la avenida Udaondo, que para efectos prácticos son, más o menos, unas 8
cuadras normales. El avance aunque rápido, duró poco más de una hora.
La gente presente no era
el típico futbolero que va todos los domingos a la cancha, allí habían
muchísimos turistas. Donde usualmente va la barra brava, estaban grupos de
mujeres que no hablaban español y que quizás era su primera vez en un estadio
de fútbol. También habían muchos hinchas del equipo local que viven en otras
partes del país, y al igual que en mi caso, este era su primer superclásico.
Ver tan similar alegría, en grupos tan heterogéneos de personas era
sorpréndete.
Una vez dentro la fiesta
era tal y como la describen en previa. Con forme se llenaba el estadio, bajaban
desde las tribunas revistas y periódicos para romper y hacer los tradicionales
papelitos del recibimiento al equipo. Del mismo modo, sin saber de dónde
aparecían, las personas pasaban inflables rojos y blancos de tal manera que
cada espectador tuviera dos; todo para hacer un marco increíble.
Lo que fue la salida de
los equipos es difícil de describir, toda esa preparación previa estallaba
simultáneamente. 60 mil personas expresando una emoción incontenible,
especialmente aquella vez, donde todo ese público tuvo que esperar un año para
poder volver a ver su clásico rival. Ese momento supe que ese evento es una de
esas cosas que tienes que vivir para entenderlas, algo simplemente
extraordinario.
A diferencia del partido
de la MLB, toda la atención estaba puesta en el campo de juego, la tensión del público
se podía sentir en cada pase que daban los jugadores. Si en el béisbol de las
grandes ligas el deporte es un espectáculo
más dentro del estadio, aquí es su opuesto en su máxima expresión.
Solo las hinchadas mantenían la fiesta del inicio, ese era otro espectáculo aparte, el típico duelo de barras que únicamente de vive en la Argentina, cantos van y cantos vienen, bromas e mofas salían de ambos sectores, algo que hoy en día por problemas de seguridad, ya no se puede ver en el fútbol gaucho. Esta disputa alcanzó su clímax en el entretiempo, con el show principal detenido, y toda la atención del público en los ingeniosos canticos y “cargadas” que se tiraban los grupos rivales, la hinchada de River aprovechó para sacar su arma secreta, un pequeña sorpresa que tenían preparada para sus eternos enemigos. De la tribuna que estaba debajo de los seguidos del equipo de la rivera, se elevó un inflable gigante, que tenía una camiseta azul y oro, era un cerdo rosado con la camiseta de Boca, que se movía enfrente de los atónitos espectadores. No tardaron en llegar múltiples canciones en favor del animal y en burla al máximo ídolo de Boca Juan Román Riquelme, “ponelo al chancho la p. que te parió” y “Riquelme, Riquelme. No se va, el chancho no se va”. Toda un excentricidad, solo posible en una cacha rioplatense.
Del partido, poco que
decir y mucho que decir, si bien los artículos de esta serie no se enfocan principalmente
en lo que pasa dentro del terreno de juego, este fue uno de los mejores 10
últimos superclásicos. River que venía de la segunda división, enfrentaba el
partido con muchísimas presiones, se encontró con un golazo de tiro libre y al
inicio el millonario de adelantó en el marcador; en el segundo tiempo, con buen
juego, logró duplicar su ventaja. Un Boca sin luces, a pura fuerza, se tropezó
con un penal a favor por un error del rival y marcó el descuento; ya en tiempo
de descuento, cuando el estadio se caía de celebraciones, los Xeneixes aprovecharon
un mal despeje tras un centro al área y anotaron el empate. Y así todo el público
local mudo, y los hinchas de boca festejando de fondo, se acabó mi primer superclásico.
Francisco Moreno...
...@franjavimoreno
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Es el mejor clásico del Universo, matate bostero chancho puto, aguante River!!!!
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